1 de marzo de 2011

Oscar Wilde, El alma del hombre bajo el socialismo

"[...]No es difícil, sin embargo, encontrar la explicación a esto. Es simplemente que la miseria y la
pobreza son tan absolutamente degradantes, y ejercen un efecto tan paralizante sobre la
naturaleza humana, que ninguna clase tiene realmente conciencia de su propio sufrimiento.
Debe decírselo otra gente, y con frecuencia son absolutamente incrédulos. Lo que dicen los
patrones acerca de los agitadores es incuestionablemente cierto. Los agitadores son un
conjunto de personas que interfiere, que perturba, que llega a una clase perfectamente contenta
de la comunidad y siembra en ella la semilla del descontento. Es por esta razón que los
agitadores son tan absolutamente necesarios. Sin ellos, en el estado incompleto en que nos
hallamos, no se produciría adelanto alguno hacia la civilización. La esclavitud se abolió en
Norteamérica, pero no como consecuencia de la acción de los propios esclavos, o por algún
expreso deseo de su parte para que se los libere. El sistema fue abolido como resultado de la
acción abiertamente ilegal de algunos agitadores, en Boston y en otras partes, que no eran
esclavos, ni propietarios ellos mismos de esclavos, ni tenían realmente nada que ver con la
cuestión. Fueron, indudablemente, los Abolicionistas los que encendieron la llama de la
antorcha, los que comenzaron todo. Y es curioso notar que, de los mismos esclavos, no
recibieron solamente muy poca colaboración sino ni siquiera alguna comprensión; y cuando, al
terminar la guerra, los esclavos se vieron libres, se encontraron tan absolutamente libres que
estaban libres para morir de hambre y muchos de ellos amargamente lamentaron el nuevo
estado de cosas. Para el pensador, el hecho más trágico de toda la Revolución Francesa no es
que María Antonieta muriera por ser una reina, sino que el campesino hambriento de la Vendée
voluntariamente saliera a morir por la horrible causa del feudalismo.
[...]"


Podéis leer este pequeño libro de Oscar Wilde en KCL: http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l022.pdf

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