19 de noviembre de 2010

Parlamentarismo como sistema de dominación, F.R.Mora

Artículo aparecido en la excelente revista libertaria Ekintza Zuzena nº 36.
De este mismo tema trata una de las charlas más populares del autor.

(Podríamos estar mucho tiempo con los artículos aparecidos a lo largo del tiempo en esta revista, por lo que remitimos a su página para que le echéis un vistazo.)






Cuando los amigos de la CNT de Madrid me invitaron a desarrollar la charla «El parlamentarismo como sistema de dominación» recibí la propuesta con extraordinario agrado pues sería, además de una vituperación argumentada del parlamentarismo, una modesta contribución a contrarrestar la estatofilia que se desborda en nuestra sociedad, también en buena parte de los ambientes radicales. En efecto, vivimos en una formación social hiper-estatizada, como no ha existido jamás otra en la historia, lo que hace de ella la sociedad no-libre por excelencia, en la cual unas minorías numéricamente ínfimas ejercen una dictadura política omnímoda sobre la gran mayoría. Los sujetos de ésta, al padecer un sistema de dominación múltiple, están perdiendo incluso su condición humana a causa de la abyecta vida hiper-sometida que son forzados a llevar, lo que resulta ser la calamidad determinante del actual momento histórico.
La libertad es en el presente el asunto número uno, libertad que se ha de conquistar, ante todo, contra el Estado, de manera que una futura revolución debe, en primer lugar, realizar la libertad política, civil y de conciencia, en una sociedad cuya característica más notable ha de ser su naturaleza aestatal y antiestatal.

Reprobación del radicalismo devoto del Estado

Una buena parte de quienes se afirman antisistema ignoran la cuestión del Estado, evitan casi toda crítica a él, y casi toda polémica contra los que demandan aún más estatización, como es el caso del «movimiento antiglobalización», verdadero «partido del Estado». Éste se dice «anticapitalista», lo que en la gran mayoría de los casos significa pro-estatal, pues todo lo espera, para alcanzar una pretendida contención del capitalismo, del ente estatal, presentado como la instancia redentora por antonomasia. Incluso demanda poner fin a «la lógica de la mercancía», pero no a la sinrazón de la ausencia de libertad política, civil y de conciencia, de manera que su propuesta no puede ser más chusca, una sociedad pretendidamente sin mercancía y sin capitalismo, pero con guardia civil, policía, ejército profesional, parlamento, altos cuerpos de funcionarios, poderes mediáticos violadores de la libertad de conciencia, sistema educativo estatal-privado y también el atroz régimen partitocrático.
Su aserción central es que «el Estado se debilita», lo que se aviene mal con la realidad pues el ente estatal español, que tenía 600.000 funcionarios en 1976 hoy está en los 3.000.000. El ideario «antiglobalizador» se refuta desde la experiencia, ya que en el «socialismo real» fue el Estado quien recreó el capitalismo. Lo mismo muestra la crisis económica iniciada en 2008, en la que los Estados han realizado el rescate financiero de muchos de los bancos y grandes empresas, en quiebra, lo que realiza el programa «antigobalizador», dado que unos y otras han quedado estatizadas de facto...
Seguir leyendo en Ekintza Azuzena.

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